"Una mujer haitiana prepara "galletas de barro" -discos de arcilla, mantequilla y sal horneados al sol- que se han convertido en un símbolo de las penurias de Haití ante la pobreza extrema y el hambre." ONU / Logan Abassi.
En todo el mundo, más de 800 millones de personas aún viven con menos de 1,25 dólares al día y muchos carecen de acceso a alimentos, agua potable y saneamiento adecuados, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
"En un mundo caracterizado por un nivel sin precedentes de desarrollo económico, medios tecnológicos y recursos financieros, es un escándalo moral que millones de personas vivan en la extrema pobreza", tal y como se asegura en el prefacio sobre Los Principios Rectores sobre la Extrema Pobreza y los Derechos Humanos.
Por ese motivo, debemos dejar de observarla exclusivamente como una falta de ingresos. Se trata de un fenómeno multidimensional que comprende, además, la falta de las capacidades básicas para vivir con dignidad. La pobreza es en sí misma un problema de derechos humanos urgente y es a la vez causa y consecuencia de violaciones de los derechos humanos, pues se caracteriza por vulneraciones múltiples e interconexas de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, y las personas que viven en ella se ven expuestas regularmente a la denegación de su dignidad e igualdad. Reducir la pobreza y erradicarla es por tanto una obligación de todas las sociedades.
Hace ya 30 años, el 17 de octubre de 1987, el padre Joseph Wresinski, una de las primeras personas que puso en evidencia el vínculo directo entre los derechos humanos y la extrema pobreza, hizo un llamamiento para luchar contra esta lacra, animando a conmemorar el Día Mundial para la Superación de la Pobreza Extrema. Cinco años después la Asamblea General, inspirada en ese llamamiento, declaró el 17 de octubre como el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.
Actuar unidos para empoderar a los niños, a sus familias y a sus comunidades para acabar con la pobreza.
Este año se cumple el 30 aniversario de la adopción de la Convención sobre los Derechos del Niño(CDNU) el 20 de noviembre de 1989. Este importante tratado de derechos humanos establece los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de cada niño, independientemente de su raza, religión o habilidades.
En particular, la Convención reconoce el derech
o de cada niño a un nivel de vida adecuado para el desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social. La pobreza perjudica el desarrollo de los niños y, a su vez, conduce a menores ingresos y salud en la edad adulta. Cuando la pobreza infantil se reconoce como una negación de los derechos humanos de los niños, las personas en puestos de responsabilidad y poder están legalmente obligados a promover, proteger y cumplir los derechos de los niños. Sobre todo, es imperativo reconocer y abordar las discriminaciones específicas que experimenta la niña.